jueves, 27 de agosto de 2009

Fin al pesimismo

Cierta dosis de tristeza, melancolía y desgano son normales, y en ciertos casos hasta demuestran salud mental. Pero cuando se prolongan o se convierten en un estilo de vida, son signos de algún desequilibrio que es preciso tomar a tiempo.

Si se rompió tu pareja, te despidieron, alguna persona querida se va a vivir a otro país, alguien te discrimina, estás enfermo, tus finanzas no pasan por el mejor momento, por mencionar algunos casos corrientes, es normal que tu humor varíe, tu alegría decaiga y te sientas un poco triste. Pero si bien la duración de este período varía entre las personas, hay tiempos que no le sirven a nadie. Si además, tu conducta varió y comenzaste a hacer algo que antes era impensado o retomaste un hábito que habías abandonado, será cuestión de abrir lo ojos atentamente. Por ejemplo, si comés más o mucho menos, empezaste a invertir en juegos de azar, retomaste el cigarrillo, o te estás peleando con todo el mundo, habrá que ponerle un “stop” a esos comportamientos y revertirlos cuanto antes.

Para salir airoso del problema inicial y antes de que se agrave con otro que perjudique la salud, tenés que convencerte de que podés variar la forma de actuar y darle un giro a tu vida antes de que la tristeza se convierta en depresión.Tú eres capaz de salir del problema por tus propios medios, con un poco de voluntad y las acciones adecuadas. Acá te sugiero algunas:

1. Come pastas. Según la investigadora Judith Wurtman del Instituto Tecnológico de Massachusetts, los carbohidratos complejos, cuando se comen solos, pueden ayudar a salir de la tristeza al aumentar el nivel de serotonina en el cerebro. Se sabe que esta es la responsable de estabilizar el estado de ánimo. Arroz, papas, pan y pastas son buenas opciones.

2. Nada de café ni azúcar. Estos producen una alegría ficticia al aumentar la energía pero dura tan poco y es tan abrupta la caída del ánimo al desaparecer de la sangre que mejor evitarlos.

3. Duerme un poco menos. En algunos casos es difícil porque la tristeza y la depresión invitan al sueño pero si haces el esfuerzo de no hacerle caso al cuerpo y te mantienes despierto y alerta por más tiempo, verificarás un aumento en tu buen ánimo. Esta indicación sirve tanto para acostarse más tarde como para levantarse antes. Las horas de la mañana ayudan a entusiasmar con la vida.

4. Deja de pensar en la infinidad de motivos que tienes para estar triste porque cuanto más busques, más encontrarás. Busca motivos de distracción: estudiar, leer, ir al cine, ver televisión, cocinar, salir a caminar, mantener tu jardín, llevar a tus hijos o nietos a la escuela, tejer, en fin las formas son infinitas.

5. Muévete. Deportes, gimnasia, caminar, son formas de aumentar el flujo sanguíneo y con esto aumenta la liberación de endorfinas y hormonas que producen bienestar, un alivio para la tensión emocional. Además de descargar la hostilidad.

6. Mira un poco la realidad a tu alrededor. El pesimista tiende a exagerar en su interpretación de la realidad. Quítales presión a las situaciones y míralas como lo haría una de tus amigas, logrando un poco de objetividad.

7. Habla con alguien que te entienda y no solamente te diga que tienes razón: una buena amiga, un terapeuta, la masajista, tu mamá. Es muy bueno saber que uno le importa a alguien.

8. Identifica tus pensamientos deprimentes. Si oyes demasiado seguido: no puede ser, nunca, no es para mí, no lo lograré, no debo, debo, no tengo, nunca llegaré, seguro que aumentarás la duda. Deshacete de esos pensamientos y de esas palabras; anotalas, si hace falta, pero tené presente que solamente te hacen caer en picada a una depresión.

9. Envíate mensajes positivos. Con tantos medios de comunicación, puedes mandarte mensajes positivos por mail, por sms, por correo de voz. La finalidad es que tengas una palabra de aliento segura: la tuya. Déjate mensajes en el contestador automático de tu teléfono. Frases como: “dale que se puede”, “pronto llegarás”, “tú vales más de lo que crees” alimentan tu autoestima y te dan motivaciones.

10. Encuentra un motivo para levantarte cada mañana. La mejor manera de animarse es tener una razón para hacerlo. Quien tiene un por qué, encuentra el cómo.